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Muchos vivos merecerían la muerte y algunos que mueren merecen la vida. No seas ligero a la hora de adolcar muerte o juicio, ni los sabios pueden discernir eses extremos. 312

domingo, 9 de enero de 2011

Desde la palabra al sentimiento

29-12-2010
Una y veinte de la mañana, ya es miércoles, pocas horas quedan de este año, pronto comenzará uno nuevo. Para muchos, un lapso de tiempo lleno de promesas y propósitos que creen poder cumplir; se acerca la navidad y todo el mundo se vuelve loco, todos con los regalos en la cabeza y con una sonrisa en la cara. Y aún añaden: Soy feliz. Esto es lo que se denomina, según el porcentaje más alto de la población: espíritu navideño.

Pasaron diez minutos desde que escribí lo anterior, estoy en cama, enfermo y la verdad, con pocas ganas de pensar pero, a pesar de mi mal humor, de mi boca solo ha salido una carcajada. No sé, podéis llamarme loco, ignorante, aburrido o lo que se os pase por la cabeza con tal de que quedeis como el que lleva la razón, pero para mi estas fiestas tienen el mismo espíritu navideño que vitalidad un muerto.
Sé que muchas familias viven la navidad con ilusión y para muchos es una razón para reunirse con la familia, pero, dejando esto a un lado, ¿qué es lo que hacemos realmente cuando se acercan estas fechas? Ponernos hasta arriba de grasa animal y turrón, beber vino y champán hasta hartarnos y entregar a los más pequeños (y a veces, no tan pequeños) regalos para comprar su felicidad durante unos días. Suena "precioso", ¿verdad? pues bien, ni más ni menos, esto es lo que hacemos a simple vista.
Y ahora, es cuando entro en profundidad con el tema que quiero tratar y voy dejando atrás la navidad. Para mi, el cariño y el afecto son sentimientos que no se demuestran con bienes materiales, es más, para mi esto daña directamente a la educación. Después, está esa motivación tan común entre los padres de: si apruebas todas, te regalamos lo que quieras. ¿Qué quieren crear con eso? No estoy diciendo que estudiar sea malo, ojo, es una formación cultural imprescindible (aunque en boca de muchos jóvenes salgan frases como: ¿que para qué sirven los libros? para que la mesa no cojee) pero, ¿Creéis que con estas motivaciones se va a conseguir algo más que un exclavo del consumismo? Yo no lo creo.

Casi las dos de la madrugada y sigo rodeado de folios, escribiendo muchas preguntas, intentando buscar una respuesta que resuelva todas mis dudas. Pasan los minutos, casi las dos y media y esa ansiada respuesta no aparece, hasta que por fin, algo brilla. No sé por qué, pero para mi sorpresa, a mi cabeza solo vino una palabra: Amor. Gran parte de mi vida fue arrastrada por odio, pesimismo y desprecio, siempre yendo por el mal camino, el camino más fácil, pero ahora comienzo a comprenderlo, empiezo a entender lo que siento por muchas personas.
Ahora lo veo todo más claro, mi dolor de cabeza perdura pero no mi mal humor, hasta me atrevo a decir que lo que hay dibujado en mi cara, es una sonrisa. Por fin mi mente fluye y vienen más palabras a mi cabeza y principalmente, tres palabras, una todavía un poco difusa. La amistad y la familia, dos de ellas, son conceptos que siempre tuve claros, aunque no siempre supe verlo y apoyarme en ellos de la manera correcta, es algo que nunca dejó de ayudarme, aunque sepa que veré la muerte de muchos de ellos, sé que lo último que quieren es que me venga abajo. Ahora, la tercera y más compleja, no sé como mencionarla exactamente para que suena de la manera más sincera posible pero digamos que es el amor que va más allá.

Son ya las tres de la mañana y sinceramente, hacía tiempo que no me sentía tan contento, sé que a veces me equivoqué de persona, pero esta vez no. Esta vez es diferente, es algo que me llena por dentro, es dejar de pensar tanto en uno mismo y preocuparse por esa persona, es hacer todo lo posible por no verla triste, resumiendo, es luchar por quien quieres. Algo puramente sentimental pero, esta vez no lo voy a manifestar fuera del margen de mis folios, es algo demasiado puro como para desvelarlo tan pronto, necesito tiempo y por supuesto, darle a esa persona la felicidad que se merece, ese es el único propósito que yo quiero cumplir.

Muchos no lo entienden, creen que el amor perfecto es un cuerpo perfecto y sin embargo, de esto he hablado durante todo el texto: la diferencia entre materia y alma. Llamarme lo que querais, me da igual, no voy a dar ninguna explicación y por supuesto, no voy a marear más al bolígrafo para discutir opiniones, solo sé, que después de esto, desde mi propia reflexión, me siento el joven más afortunado del mundo.

Sin más demora, ya que son casi las tres y media de la mañana y la fiebre no perdona, me despido y con un toque irónico: Feliz navidad y próspero año nuevo.